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Erase una vez un payaso que se llamaba Risitas que tenía la boca muy pequeñita, pero cuando hacía sus actuaciones se pintaba la sonrisa de oreja a oreja. Risitas trabajaba en un circo que se llamaba: "El Circo del Jajaja".
Erase una vez un payaso que se llamaba Risitas que tenía la boca muy pequeñita, pero cuando hacía sus actuaciones se pintaba la sonrisa de oreja a oreja. Risitas trabajaba en un circo que se llamaba: "El Circo del Jajaja".
Risitas
era feliz desde que se levantaba hasta que se acostaba y sus sueños eran muy
felices también, así que todos los días y todas las noches era muy feliz. Y no
era porque no le pasasen cosas que no le gustaban, ni porque tuviera razones
para ser feliz, sino que él sabía que la alegría nace de dentro y no necesitaba
razones para ser feliz. Simplemente cogía las cosas de la vida por el lado
bueno.
Y
muchas veces le pasaban cosas que no le gustaban.
Por
ejemplo:
·
Un día vino su gato
y le desató los cordones del zapato e hizo que se tropezara con los cordones.
·
Otro día vino el
mono del circo y le quitó el sombrero, se lo puso el mono y empezó a bailar con
el sombrero, mientras que Risitas le perseguía para recuperar su sombrero.
·
Otra vez iba a
coger un bote de lentejas para hacerse la comida y el paquete de harina que
estaba delante del bote de lentejas, se le cayó encima y se quedó todo blanco.
·
Y otro día que
iba vestido de marrón, el elefante lo confundió con un tronco de madera, ya que
era muy delgado. Y el elefante lo cogió con la trompa de la cintura y lo puso
boca a bajo. Menos mal que lo soltó con cuidado.
Pero
aunque a Risitas le pasaban estas cosas, él las añadía a su función, y las
cosas malas que le pasaban resultaban ser cosas buenas, y como se cuidaba muy
bien, no se ponía enfermo a menudo.
Y
decidió entrenar a los animales para que repitieran lo que habían hecho, pero
durante la función de circo.
Y
por fin llegó el gran día de la función.
Primero,
Risitas estaba sentado leyendo el periódico, cuando vino el gato, se acercó
sigilosamente y le desató los cordones del zapato. Luego vino la actuación con
los globos. Risitas salió a las gradas a repartir globos a los niños, y el mono
fue con él, se subió a su hombro para quitarle el sombrero, se lo puso él y le
explotó algunos globos, que como estaban llenos de harina, parte de Risitas y
la mitad de los niños que estaban sentados al lado, se quedaron blancos,
mientras que el mono salió bailando y Risitas lo persiguió y como hizo que no
se daba cuenta de que tenía los cordones desatados (gracias al gato), hizo como
que se tropezaba por las escaleras y bajó tambaleándose y agarrándose a los
brazos del público.
Ya
en el escenario, le estaba esperando el elefante para hacer su número y le
agarró por la cintura con la trompa y lo puso boca abajo, e igual que hizo el
día que lo confundió con un tronco, lo soltó con cuidado.
Risitas,
que era muy buen payaso, hizo como que se mareaba y el elefante le trajo una
silla con la trompa para que se sentara.
Luego
el mono le trajo un periódico y Risitas se hizo un sombrero con papel de
periódico, se lo puso, se ató los zapatos y se puso a leer el periódico como si
nada hubiese pasado. Mientras el público le aplaudía a la vez que se reía a
carcajadas.
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