
Erase
una vez un niño que se llamaba Arturito y quería tener un hermanito.
Un
día Arturito estaba columpiándose, cuando un mono que se había escapado del
zoo, se posó sobre su hombro. Arturito no se podía bajar del columpio porque
los pies no le llegaban al suelo y tampoco podía soltarse del columpio para
quitarse el mono. Así que llamaba a su madre, pero esta no le hacía caso porque
estaba hablando con la vecina, y le decía sin mirar: “¡date tú solo!, ¡date tú
solo!”. Y Arturito insistía.
Cuando
su madre terminó de hablar con la vecina, ya le hizo caso, y se quedó con la
boca abierta al ver el mono encima de su hijo.
Arturito dijo: -¡Mamá, quita me este bicho de encima!-
Su madre le dijo: “Pero si sólo es un mono...-
Arturito dijo : “Vale, pero quita me del brazo este mono”.
Su madre dijo: “pero si es muy mono... ¿No querías tener un
hermanito?.
Arturito dijo: “Sí, pero esto no es un hermanito. ¿Ah!, y por
cierto, ¿de dónde salen los bebés?.
Su madre dijo: “Pues, caen del cielo, hijo”.
Entonces Arturito pensó:<<Puede que el mono que tengo en el
hombre me haya caído desde el cielo>>.
Y le dijo a su madre: -¿Este mono es un bebé?.
Su madre contestó : -”No, pero nos lo podemos llevar a casa y
puedes sacarlo a pasear.
Arturito preguntó: -”¿Y que nombre le podríamos poner?”.
“No lo sé,
lo pensaremos pasado mañana” - Dijo su madre.
Al
día siguiente, Arturito estaba en clase y cuando ya se iban a ir, la maestra
dijo: -”Recordad niños, mañana tenéis que traer a vuestras mascotas para ver si
les habéis enseñado algunos trucos. Traerlas de cinco en cinco, primero los
cinco de la 1ª fila y luego los de la 2ª, 3ª, 4ª, 5ª, y así”.
Arturito
era de la 1ª fila y fue de los primeros en llevar la mascota. Y llevó al mono,
al mismo tiempo que los otros 4 de la primera fila llevaron un perrito, un
gato, un loro y una cacatúa.
El
mono tenía muy buenos modales que le habían enseñado en el zoo, donde también
le habían enseñado a imitar para que le dieran cacahuetes.
El
gato era un dormilón, a´si que buscó un sitio acogedor y lo encontró debajo de
la mesa de la maestra, que estaba forrada de madera por el frente y a los
lados. Pero por donde estaba la silla, podía pasar porque no estaba forrada. Y
por este lado se metió para dormir. Pero cuando se sentó la maestra, el gato,
nada más sentir sus pies, pegó un salto y se subió encima de los pies de la
profe.
La
profesora dio un grito y se subió a la mesa, ya que se creyó que era una rata
gorda.
El
perro olió al gato y salió ladrando e intentó alcanzarlo por debajo de la mesa,
pero no podía. El perro no había visto que por el otro lado de la mesa podía
meterse por debajo sin problema.
El
mono se subió a la mesa de la profe, la cual estaba pataleando encima de la
mesa, y el mono empezó a imitarla para que le dieran cacahuetes.
Los
niños pensaron que era una clase de gimnasia y también se subieron a la mesa a
patalear. Y dijo la maestra: -”¿Alguien sabe lo que hay debajo de la mesa?. Y
dijo el loro: -”¡Es un monstruo!, Es un monstruo!,”. Y la cacatúa le siguió:
-”¡Espeluznante!, Espeluznante!”.
Los
de la clase de al lado no se podían concentrar y fueron a ver qué pasaba. Y la
maestra de la clase de al lado dijo: “-Niños os voy a dar un refrán; si no
podéis vencerlos uniros a ellos”. Así que empezaron a patalear en el pasillo. E
igualmente, los de la clase de arriba.
Cuando
la maestra vio al gato dijo: “¡Oh!, si sólo es un gatito... parad niños”. Y
dijo para disimular: -”Se acabó la clase de gimnasia. Ahora este mono será mi
ayudante para las clases de gimnasia”. Y le dijo a Arturito: “Arturito, ¿este
mono tiene nombre?. Y dijo Arturito: “No”.
Y
dijo la maestra: “Pues le podríais llamar Imitón”.
Así
que Imitón iba los días que había gimnasia al cole y ayudaba a la maestra que
ya era un poco ancianita. Y algunas veces, Imitón hacía bien los ejercicios y
otras veces hacía monerías que, por supuesto, los niños imitaban y se lo
pasaban pipa.
Su madre le dijo: “Pero si sólo es un mono...-
Y le dijo a su madre: -¿Este mono es un bebé?.
Arturito preguntó: -”¿Y que nombre le podríamos poner?”.